"La calidad es el mejor plan de negocios."
- John Lasseter, Pixar.
El mundo digital en general y las redes sociales en particular, han revolucionado no sólo la forma en que nos comunicamos, sino el modo en que las marcas venden e interactúan con sus clientes. Todavía hace 10 años, apostábamos más a los medios de comunicación masiva; televisión, radio, espectaculares, entre otros que aunque siguen siendo utilizados, en muy poco tiempo han resaltado sus desventajas frente al internet, medio que, además de que permite segmentar y llegar a nuestro mercado de manera más directa, también es medible con gran exactitud y puede estar activo las 24 horas del día.
Aún así, desde que inició el furor de los medios digitales, hemos tratado de masificarlos o convertirlos en medios tradicionales -un tanto obsoletos- para ganar mercado y vender más. Esto es comprensible ya que, en teoría, mientras más personas nos vean, más probabilidades tenemos de llegar a aquellos interesados en nuestro producto y con ello aumentar las ventas. Todo esto se ha traducido en una búsqueda y sobre todo en una competencia constante entre marcas, por conseguir más audiencia, más seguidores, más likes. Le hemos dado prioridad a la cantidad sobre la calidad.
Si bien un número interesante de seguidores representa cierta credibilidad de la empresa ante los clientes, no debemos olvidar que el objetivo principal no es tener una gran audiencia, sino llegar a la audiencia correcta. Y este es uno de los muchos beneficios que nos ofrecen los medios digitales, frente a los tradicionales.
Lo que realmente va a concretar una venta no es el número de seguidores o de likes que un cliente potencial vea en nuestros perfiles de redes sociales; lo que hace que una persona se decida por nuestro producto o servicio, entre tantas opciones similares a su alcance, es la calidad aplicada en todos los aspectos, en el producto mismo, imagen, atención al cliente y en su experiencia de compra. No debemos quedarnos con la mera apariencia. Es mejor tener un número limitado de clientes leales, en lugar de miles de espectadores que sólo comprarán una vez o tal vez ninguna.
Independientemente de los medios que utilicemos para promover nuestro producto, la prioridad debe ser siempre calidad sobre cantidad. Cuando encontremos ese equilibro entre aumentar de manera continua nuestra audiencia sin poner en riesgo la calidad, es cuando estaremos asegurando un crecimiento perdurable para nuestra marca.
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